El frío pega en la cara como un cachetazo que te obliga a volver a la realidad. Pongas lo que te pongas, él es tan habilidoso que logra entrar por cualquiera minúsculo poro y sacudirte de un escalofrío. Sin embargo no va a conseguir que desee su despedida.
Con el frío acompañandome y de por sí los abrigos, me siento contenida. Contenida al salir de clases, contenida al caminar por las calles. Contenida al entrar a la casa de la profesora particular en toda oscuridad.
Oh, pero si acabo de recordar al atrayente calor, al cuál al entrar a un ambiente cerrado, te abraza con fogosidad obligandote a quitarte ese abrigo que te contiene, porque él ya te promete eso y más.
A liberarte, y claro... comenzar la clase de Química, esa que no entendés ni medio.
Se escucha un silencio por completo y el reloj de pared retumba en tu mente.Ah, ¿ya habías vivido esto?.Y ese reloj que la primera vez casi hace estallar tus nervios, surgir tus miedos.
Hoy, te da tranquilidad, un sentimiento plagiado de la paz.
viernes, 12 de junio de 2009
So x
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