viernes, 12 de junio de 2009

So x

El frío pega en la cara como un cachetazo que te obliga a volver a la realidad. Pongas lo que te pongas, él es tan habilidoso que logra entrar por cualquiera minúsculo poro y sacudirte de un escalofrío. Sin embargo no va a conseguir que desee su despedida.
Con el frío acompañandome y de por sí los abrigos, me siento contenida. Contenida al salir de clases, contenida al caminar por las calles. Contenida al entrar a la casa de la profesora particular en toda oscuridad.
Oh, pero si acabo de recordar al atrayente calor, al cuál al entrar a un ambiente cerrado, te abraza con fogosidad obligandote a quitarte ese abrigo que te contiene, porque él ya te promete eso y más.
A liberarte, y claro... comenzar la clase de Química, esa que no entendés ni medio.
Se escucha un silencio por completo y el reloj de pared retumba en tu mente.
Ah, ¿ya habías vivido esto?.
Y ese reloj que la primera vez casi hace estallar tus nervios, surgir tus miedos.
Hoy, te da tranquilidad, un sentimiento plagiado de la paz.

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